miércoles, 26 de febrero de 2014

Arte II

Una de las cosas que más me ha fascinado al adentrarme en el BDSM, ha sido el poder sacar a flote y vivir aquella sensibilidad por el Arte que en mi anterior estilo de vida no me era posible. Por vergüenza (pues a mi alrededor me llegaron a tildar de "ñoña", a lo que te cierras y ya no cuentas más, porque no tienes ganas de oír como te juzgan), o por las razones que fueran.

Presento otra pintura que me fascinó durante mi visita al Museo del Prado. Contemplar esta pintura desde mis ojos de sumisa hace que la re-descubra. Como cientos de cosas más...


El jardín de las deícias. El Bosco.

lunes, 24 de febrero de 2014

Mi gran debilidad: Mis adorados vampiros

De vez en cuando, nos miramos atrás, y observamos como a lo largo de nuestro camino ya ha habido señales de hacia donde nos llevaba el sentir.
Hay quién analiza sus relaciones pasadas, hay quién lee BDSM a una edad más temprana, pero hay que somos un poco más lentos.
Pues bien, es mi caso, y ayer me hizo gracia darme cuenta al ver una de mis series preferidas, por las situaciones cómicas que plasman: True Blood.

Soy admiradora al vampirismo desde que ví por primera vez "Drácula, de Bram Stoker", dirijida por Francis Ford Coppola, a lo que luego cayó el libro. Vibraba con la elegancia, el saber estar y el amor profundo que sentía por su amada aquél despiadado Vlad Drakul. Me inspiraba tanta ternura. Evidentemente me "saltaba" la parte macabra de la succión de sangre, a pesar que algo me decía el tema. Algo quedaba dentro.
Pero la culminación fue cuando casi enloquecí con la crónicas vampíricas de Anne Rice que se iniciaban con "Entrevista con el vampiro". Lestat era el perfecto gentleman, sibarita, analítico, controlando a cada minuto sus pulsiones y la de sus compañeros, sus emociones, y a penas dejaba salir la extrema sensibilidad que solo los que hemos leído la saga, conocemos. El juego de la seducción con la que sería su próxima víctima, el control y el análisis de la situación hasta que cayera en sus brazos mortales. Ahí fue cuando encontré sentido a la succión de sangre. 
Ella les alimentaba de vida, de calor, de aquello que sintieron en su día, pero que al paso de los años, incluso siglos, les había hecho olvidar. Les hacía sentir vivos, y en ocasiones, hasta sentían amor y agradecimiento hacia sus víctimas, llegando hasta a dudar de si acababan con su sufrimiento o las convertían en "demonios" como ellos. 
Yo deseaba ser su víctima. Sentirme poseída por ellos, sentirme indefensa y a la vez que fascinada, ante tanta determinación y contundencia en sus actos, deseaba fervientemente entregarme. 
Leyendo a Anne Rice, le encontré sentido a todo lo que me rondaba por la cabeza, y a la mayoría de las cosas que sentía. Pero al ser irreal, se esfumó, devolviéndome a un estadio de letargo del que desperté 18 años después al topar con el BDSM. El resto de la historia, ya la conoceis...





domingo, 23 de febrero de 2014

Celos




Una vez se entra en un camino tan íntimo y profundo como es el de la sumisión, en la mayoría de las ocasiones, nos pensamos que por el mero hecho de aceptarlo, ya tenemos todo el trabajo hecho. Pues no. No es así.
Justo en el momento en que nos adentramos, es cuando REALMENTE empezamos a trabajar sobre nuestros tabúes, nuestros miedos y nuestras inseguridades adquiridas a lo largo de nuestra vida.

Yo fui una de ellas. Cuando me adentré y acepté mi sentimiento de sumisión, pensaba que ya lo tenía todo hecho, y que sería un camino fácil y lleno de rosas (el color de estas florecitas que lo ponga cada uno, a gusto del consumidor).
Pues bueno, os aseguro que no es así. Y no solamente tienes que lidiar con los factores exógenos, como estar muy atenta a los depredadores que te pueden acechar, sino, y sobretodo, debes estar muy atenta a tus pulsiones que en la mayoría de los momentos, vienen de un patrón arrastrado por la etapa vainilla recién abandonada.

Voy a poner un ejemplo muy claro para que se me entienda:

Siempre me he reconocido como una persona celosa, y por mucho que en la etapa vainilla me lo he intentado trabajar, no ha habido maneras.
Ya hace muchas semanas, que tuve un momento "Eureka" en cuanto a la entrega desde la más profunda libertad. Ahí empezó todo.
Charlando con una persona especial, teniendo sueños reveladores, y demás cosas que han hecho analizarme y situarme en este que considero ya como "Mi mundo", se ha ido gestando poco a poco, el momento definitivo de la "iluminación".
Los celos, en cualquier de las formas que se le quieran dar, son una patología, tanto para quién los sufre en primera persona, como para los que les rodean. Te limita la libertad en todos los sentidos de tu vida, pero lo más importante, te impiden avanzar, metamorfosearte y volar.
El sueño que hizo colocarme de sopetón en mi lugar decía así:

"Estaba en una mazmorra, y vi a una muchacha recibiendo azotes por parte del que era mi Amo. Yo llevaba una bandeja plateada, con dos vasos de agua. Me acercaba a él, me sonreía, y mirándome con ternura, complicidad y orgullo de mí, me anunciaba que acababa en unos minutos. Mi reacción fue de sentir una profunda complicidad, confianza, y entrega. Y no solamente hacia mi Amo, sino hacia mi propia naturaleza. Me sentía orgullosa de ser de su propiedad, me sentía orgullosa de mí, de mi entrega, porque al fin, me reconocía libre de aquella atadura que me había impedido ser feliz durante tantísimos años. Y no sentía celos porque mi Amo estuviera iniciando a aquella sumisa, sino todo lo contrario, me sentía cómplice.
Ese sentimiento, me enorgullecía en cientos de aspectos, y sabía que mi Amo, sentía lo mismo que yo.
Sentí que, por fin, había superado mi inseguridad. El BDSM lo había hecho posible."

Analizando este sueño de un modo consciente, tuve, por un momento, un conflicto interior importante, hasta que una voz interna me dijo "Chatina, ésto es BDSM, no es el mundo vainilla. Estás en otra liga...". De golpe, me sentí en mi sitio, que superaba la barrera egocéntrica y temerosa, y de nuevo una paz brutal inundó mi sentir.

¿De qué sirve que temer cuando te entregas a voluntad, y él te cuida y lo valora?
Y en el caso contrario, ¿de qué sirve entregarte a una persona que no valora tu sumisión y tu progreso personal?
Creo que de nada, excepto de no avanzar ni crecer...



viernes, 21 de febrero de 2014

No os avergonzeis de ser quienes sois

Tengo la sensación, que cada vez estoy más en mi lugar a pesar de los baches que aparecen en mi vida. Confieso que siempre me he sentido estando por encima de los morbos sexuales físicos. A mi, siempre me han seducido primero por la mente, y luego, el cuerpo. Y hablo de mi faceta vainilla, pero también en la del BDSM.

Siempre he pensado que el sexo fácil, el morbo de la conquista porque es "complicada" y que representa un "reto", no deja de ser un alimento para el ego de "macho alpha", y además, me ha parecido tedioso, cansino, agotador, porque me ha podido dar pan para hoy, pero me daba más hambre para mañana. 
Y hablo también de aquellas historias fáciles que duran a penas unos meses, y que cuando toca profundizar en algo más, se terminan de forma abrupta y sin sentido.

Seguro que a lo largo de nuestra vida (a todos), nos hemos encontrado con personas que se han asustado de personalidades como la mía: entusiasta, efusiva (dentro de unos límites marcados por el sabes estar, por supuesto), a la vez que impaciente y vehemente, y a la que se le deben explicar los "porqué" de las cosas (sospecho claramente que tengo un lado "babygirl" de dimensiones considerables).



Pues bien, una vez dentro del BDSM, me he pegado muchos tortazos por este motivo. Y voy a decir una cosa: NO ME AVERGONZARÉ DE ELLO.
Forma parte de mi personalidad, de mi manera de expresar mi alegría o mi sentimiento de avance, al igual que mi enfado. Soy un caballo desbocado en muchos aspectos, pero sé que vivir mi sumisión de la mano de un Dominante auténtico y real (no pamplinachos teórico-sexuales y demás especímenes), me hará llegar al punto medio. Será la doma.

Es ahí cuando me refiero que el camino de la sumisión también es un camino de crecimiento personal e intransferible, que debe ser compartido con un Dominante que te comprenda y te acompañe en el vuelo, pero que nunca debe hacerlo por ti.

Buscad o fijaos en ese Dominante que os ayude a pulir, que os ayude a crecer, a metamorfosearos, y que él tenga el mismo anhelo en ello en su propio proceso (aunque tenga experiencia, ese espíritu nunca se pierde), pues el camino de aprendizaje juntos lo intuyo como algo tan rico que me faltan palabras para plasmar esa sensación en el blog.

viernes, 14 de febrero de 2014

100%

Si ayer hablaba de la responsabilidad al 50%, que la sumisa posee en la relación, hoy nombraré el 100% de la responsabilidad para consigo misma y para con su sentir.

Nunca una sumisa debe traicionarse a sí misma, y ante todo, a cerca de su sentir.
El sentimiento de entrega que se siente hacia un Dominante, no es baladí, ni efímero, ni volátil.
Es lo suficientemente fuerte como para que a penas pase por el cerebro y se analice.
Porque lo que se siente en la entrega, no se puede analizar, porque como no tiene fin, te puedes perder en ello, y obviar lo más importante: vivirlo.

Una vez comienzas a andar por la senda de este camino, dejas de analizar los "porqué" a cerca de lo que sientes.
Y de vez en cuando caes de nuevo en el análisis vainillista y pragmático. Y te pierdes, seguramente abducida por un punto de inseguridad que aún habita en ti, y los penamientos se suceden rápidamente y uno tras de otro, sin cesar, cayendo en una barrena cada vez más fuerte, y fuerte, y fuerte.....'STOP'!!!!!
Ahí, debes frenar el desborde de la emoción, respiras y dejas ir. Lo dejas ir todo, lo pensado, lo analizado, lo repetido y vuelves a ti: a tu sentir de sumisa.
Y cuando tu cabeza vuelva a querer analizar, te vuelves a refugiar en el sentimiento de entrega, de admiración, de respeto.

Porque es lo que me salvará de la locura sin sentido.

jueves, 13 de febrero de 2014

50% y 50%

Recuerdo la idea inicial que tenía respecto a la entrega de una sumisa.
Ella se abandonaba completamente en cuerpo, mente y alma, a su Dominante, limitándose a adorarlo. Y durante las 24 horas del día. 
Ella no era responsable de nada, pues el Dominante se hacía cargo absolutamente de todo (de su sentir como persona y Dominante, del sentir de la sumisa como persona y como rol).
Y así viví, o intenté vivir, mi primera aventura en el mundo del BDSM. 
Y salió mal. Francamente mal. Hasta creí morir de amor, cuando en realidad, ni lo sentía.

Pasados bastantes meses desde que aquello acabó, donde yo me sentí perdida y no me encontraba en ninguna parte, ahora ya no veo tan clara aquella visión. Vamos, que la veo especialmente oscura.

Vivia de demasiada teoría fansasiosa. Ahora lo sé.




No deseo vivir una relación D/s de una intensidad sin medida en todo momento, donde los collares se ponen y se quitan sin sentido, ni donde nos desmontamos, desmembramos a una velocidad pasmosa; ni una relación D/s en la que un día me despierte de sopetón y no sepa quién soy, ni como he llegado hasta ahí, notando solo el dolor por las magulladuras emocionales. 

Y una sumisa se pierde (en ciertos momentos) durante la entrega. Y es normal, porque es una pulsión muy fuerte, y ello lo lleva. Aquí quería yo llegar:

A pesar de que, no pensemos en ello por la inercia del instante, debemos marcarnos a fuego que tenemos el 50% de la responsabilidad de dicha relación. Inclusive cuando en los momentos en que la responsabilidad del Dom es mayor, nosotras tenemos que corresponder en la medida que nos sea posible para que la balanza se equilibre, evitando el desgaste prematuro.

En esos momentos, es donde se ve la gran importancia de poder contar con aquello que se ha construido a base de largas charlas, pues él avisará de que no estás en el lugar que te corresponde como persona, y tú deberás volver a colocarte en tu sitio, recuperando tu esencia, la calma, la serenidad, para continuar caminando, aprendiendo.
Y que sea el camino el que nos lleve por donde tenga que llevar. 

Porque ya no moriremos de amor, sino en todo caso, lo viviremos...


martes, 11 de febrero de 2014

Arte







Un paseo por el museo del Prado, me hizo descubrir una maravillosa pintura. 
Terrible dolor el que se plasma en ella y que, por la viveza de sus colores, hace que sea mucho más nítido el sentido de todo ello. Se traspasa el lienzo y que puede comprender el dolor de la escena, pero a su vez el descanso tras la tortura y el sufrimiento. 

La liberación y el duelo.



lunes, 10 de febrero de 2014

De estreno...

Hoy estreno este blog.
El anterior fue fruto de la necesidad de una constante reafirmación, de descubrimientos iniciales, pero este es otra cosa.
Aquí intentaré plasmar, en la medida en la que sienta y pueda, mi evolución respecto a mi doma. Porque sí, porque me tienen que domar, como a toda sumisa.
Porque reconozco un carácter complicado en su profundidad, a pesar de que yo misma lo quiera poner fácil en un inicio. Porque no soy una rebelde de buenas a primeras y que juega, sino más bien es al contrario.

No me fío de muchos de los que me han ofrecido ayuda sin esperar nada a cambio, pues en su profundidad e inconscientemente (o conscientemente) han mostrado otras artes.
Me he sentido manipulada por muchos de los que me han ofrecido ayuda altruista y al final se han acabado desenmascarando, pues no han respetado un camino que solamente yo debo caminar, errando (o no) como cualquiera que aprende a caminar.
Y mi error fue mostrarme, supuestamente, débil.




A todos aquellos que me tendieron su mano de un modo sincero y sin esperar nada a cambio, mis más sentidos respetos y agradecimientos. Mi amistad siempre estará abierta para con ellos/ellas, y los llevo conmigo.

Debo decir que nadie, absolutamente nadie más que el que será mi Amo, puede mostrar mi camino de mi sumisión, en cuanto a práctica física y emocional se refiere.
Así que, por favor, aquí no encontrareis una mujer desesperada por ser domada por "cualquiera". Me reservo, y no hay más que hablar.

Encontrareis en mí a una amiga, una confidente, con la que intercambiar opiniones, gustos, experiencias vividas, pero para nada una mujer desesperada.

GRACIAS por llegar hasta aquí, conmigo...