jueves, 13 de febrero de 2014

50% y 50%

Recuerdo la idea inicial que tenía respecto a la entrega de una sumisa.
Ella se abandonaba completamente en cuerpo, mente y alma, a su Dominante, limitándose a adorarlo. Y durante las 24 horas del día. 
Ella no era responsable de nada, pues el Dominante se hacía cargo absolutamente de todo (de su sentir como persona y Dominante, del sentir de la sumisa como persona y como rol).
Y así viví, o intenté vivir, mi primera aventura en el mundo del BDSM. 
Y salió mal. Francamente mal. Hasta creí morir de amor, cuando en realidad, ni lo sentía.

Pasados bastantes meses desde que aquello acabó, donde yo me sentí perdida y no me encontraba en ninguna parte, ahora ya no veo tan clara aquella visión. Vamos, que la veo especialmente oscura.

Vivia de demasiada teoría fansasiosa. Ahora lo sé.




No deseo vivir una relación D/s de una intensidad sin medida en todo momento, donde los collares se ponen y se quitan sin sentido, ni donde nos desmontamos, desmembramos a una velocidad pasmosa; ni una relación D/s en la que un día me despierte de sopetón y no sepa quién soy, ni como he llegado hasta ahí, notando solo el dolor por las magulladuras emocionales. 

Y una sumisa se pierde (en ciertos momentos) durante la entrega. Y es normal, porque es una pulsión muy fuerte, y ello lo lleva. Aquí quería yo llegar:

A pesar de que, no pensemos en ello por la inercia del instante, debemos marcarnos a fuego que tenemos el 50% de la responsabilidad de dicha relación. Inclusive cuando en los momentos en que la responsabilidad del Dom es mayor, nosotras tenemos que corresponder en la medida que nos sea posible para que la balanza se equilibre, evitando el desgaste prematuro.

En esos momentos, es donde se ve la gran importancia de poder contar con aquello que se ha construido a base de largas charlas, pues él avisará de que no estás en el lugar que te corresponde como persona, y tú deberás volver a colocarte en tu sitio, recuperando tu esencia, la calma, la serenidad, para continuar caminando, aprendiendo.
Y que sea el camino el que nos lleve por donde tenga que llevar. 

Porque ya no moriremos de amor, sino en todo caso, lo viviremos...


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